Vicente Castellanos

Pues bien, finalmente, hace exactamente una semana, es decir el pasado miércoles 4 de enero, el ínclito y perínclito Profesor Vicente Castellanos (mejor conocido por mi como mi abuelito) dejó de existir. Ha sido difícil, todos estamos muy tristes, aunque en el velorio estuve sumamente feliz ya que se juntó una gran parte de la familia, cosa que no se había podido lograr porque somos muchísimos. En realidad, casi puedo escucharlo decirme “¡Estuvo resuave el velorio, hija!”

Los primos de mi mamá, estuvieron recordando cuando se juntaban en navidad y tenían que acampar en la sala por la falta de espacio, así es que se les ocurrió a mis tías jugar a la navidad y se la pasaron contando chistes toda la noche. Mi tía Lupita de León cuando la mandaron callar, dijo que no lo haría, ya que mi abuelito no lo hubiera querido y que seguramente ya estaba allá arriba con sus cuates y sus hermanos tomándose una copa y un cigarrito, al fin que allá no les decían nada.

En fin, estaba muy orgulloso de mi porque soy la única nieta que siguió sus pasos, decía que soy su nieta periodista; siempre estuvo seguro de que algún día seré escritora y me encantaba llegar y platicarle de ahora nuestros conocidos mutuos, me contaba historias y anécdotas de lo que él vivió como periodista. A últimas fechas estaba escribiendo un libro, el cual me encargó terminar, no sé aún de qué se trata exactamente, ya que ha habido mucho movimiento en su casa y no he podido checar los archivos de su compu, los escritos, fotos, audios, libros y demás material que me haya dejado.

Sin embargo, de los pocos archivos que he revisado, está el que les pasaré a continuación. Fue uno de sus últimos escritos que no sé si haya publicado, pero estoy segura que le encantaría que lo difundiera y espero que a alguien le sirva la información (incluyéndome por supuesto).

¡BIEN LO SÉ!
QUE UN DIA TAMBIEN ME MORIRÉ.
Y QUE SUEÑO CON DEJAR ALGO A LA POSTERIDAD.
Por Vicente Castellanos Colín.

En este momento me hace falta aire para respirar y es el doloroso castigo por haber pretendido consumir todos los cigarrillos en varios días, por la mañana, la tarde y la noche. Creí que era varonil fumar en presencia de las chicas de la secundaria número 6 en la Ciudad de México, que fue en la época en que las hormonas me permitieron descubrir que había chicas del sexo opuesto y que su belleza resaltaba a mi vista. Las chicas del segundo y tercer año de secundaria eran venus por su belleza.

Es precisamente cuando las niñas tienen entre 12, 13 y 14 años de edad cuando hay un duende del amor que les permite ver que hay muchachos, unos feos y otros guapos que les parecen una maravilla.

Alguna vez escuche de algún poeta decir: “Bien lo sé que algún día también me moriré” pues hasta ahora no se sabe de nadie que sea inmortal. Solo Dios nunca muere como ya lo festina un hermoso vals, pero como yo no tengo pretensiones sé que me llevará la pelona, pero quiero ser una muestra para que los que están vivos respiren mejor y no sufren lo que estoy pasando con la falta de aire. Y esto lo sufren todos los que por fumar contraen un mal llamado EPOC, o sea enfermedad Pulmonar Crónica que es mortal, tarde que temprano.

Luego, estoy condenado a muerte, pero el transcurso es el doloroso y molesto, es horrible necesitar oxigeno y aun cuando lo jala del aire no llega a integrarse al torrente arterial.

Insisto en el tormento que es requerir aire pues quisiera que todos los jóvenes y las muchachitas que en los restaurantes de moda piden un café y sacan un pitillo y lo encienden casi con garbo, y se exhiben delante de todos como si hicieran algo bonito… no saben que están cavando su tumba.

A mí me lo anunciaron y dije que no habría de morir de parto ni de cornada de burro y que no me importaba dejar el vicio que me llevará a la muerte y seguí fumando. Hoy estoy enfermo y arrepentido.

Hoy me atiende un extraordinario Neumólogo, Mario Hoyo quien hace hasta lo imposible por lograr prolongar mi deteriorada vida. Insisto en ello pues si consiguiera que solo una persona se retire del tabaquismo pensaría que este artículo habría servido de algo aun cuando las compañías tabacaleras me ven con ojos de odio jarocho.

Y de aquí en adelante dedicaré el resto de mi vida para combatir el vicio de todos.

Esas son las palabras de mi abue, y ojalá que sus deseos se cumplan haciendo conciencia en alguno de nosotros (me incluyo, ya saben). Por el momento me despido, espero saber pronto de ustedes y no olviden escribir sus comentarios en el blog, no son obligatorios, pero la verdad es que me encanta saber de ustedes. Los quiero mucho, besos.