viernes, 28 de marzo de 2008

Las pérdidas de una perdida por la vida


¡Hola, hola! ¿Qué tal? ¡Muchísimas gracias por sus comentarios sobre la chocoaventura anterior! De verdad no tienen idea de cómo me emociono cada vez que veo en mi buzón “Re: Mariana y sus chocoaventuras”, por favor no dejen de hacerlo cuando puedan, les agradezco infinitamente que me lean y más aún cuando escriben de vuelta.

También quiero pedir una disculpa a todos aquellos que no les he podido escribir, estoy ensimismada como nunca, de hecho, gracias a una amiga ¡me acabo de enterar que el próximo domingo es el día en que nacieron todas las flores!

¿Qué haré? Nada, al menos no hay nada planeado ya que si ni siquiera sabía cuándo era, mucho menos he pensado qué hacer (acepto propuestas)… Lo que sí sé es que no puedo hacer caso omiso de esta fecha en este año en particular ¡ya es un cuarto de siglo! ¡_______! (Inserte aquí la maldición de su preferencia).

A ver…

0.25 siglos= 2 décadas + 1 lustro= 25 años= 300 meses= 9,131 días=

219, 144 horas= 13,148, 640 minutos= 788,918,400 segundos=

¡¡¡Un ch… orro de tiempo!!! ¡_______! (Inserte aquí la maldición de su preferencia).

Definitivamente no puedo pasar por alto el cumple de Francisco Goya, Eric Clapton, Warren Beatty, Sean O’Casey, Tiberio Cavallo, John Fiske, Maimonides, Bernhard Schmidt y Vincent Van Gogh entre otros… Así como el año pasado adelanté la fiesta, lo que sucederá en esta ocasión es que tendré que posponerla, seguramente será el 19, pero ya les avisaré porque evidentemente este año pretendo una súper producción cuya organización requiere tiempo.

Lo que sí puedo decir, es que la única certeza que tengo al respecto, es que quisiera estar con las personas que amo. El único inconveniente es que eso es prácticamente imposible ¿por qué? Porque conforme el tiempo avanza, las cosas cambian y ya no es tan fácil reunirse con algunas personas, trabajo, novi@s, espos@s, mudanzas, muertes o simples decisiones que imposibilitan que las relaciones continúen. C’est la vie supongo.

En este mi transitar por el mundo, he sufrido varias pérdidas que en innumerables ocasiones me han dejado destrozada. Recuerdo mucho que una vez (probablemente la más dolorosa), sentía un hueco gigantesco en el pecho y mientras lloraba como nunca, le pregunté al amigo con quien estaba “¿por qué duele tanto?” y respondió “bueno, es que no es cualquier persona”.

Leyendo para la tesis, leí un párrafo que me hizo entender. Súbitamente todo tuvo sentido, quizá ustedes ya lo sabían y yo apenas ahora lo comprendo, pero ahí va:

Una contribución de Edgar Morin destaca la importancia de la red personal de relaciones íntimas (parientes cercanos, amigos, camaradas de generación, novias y novios, etc.) como operador de diferenciación. En efecto, cada quien tiende a formar en rededor un círculo reducido de personas entrañables, cada una de las cuales funciona como “alter ego” (otro yo), es decir, como extensión y “doble” de uno mismo, y cuya desaparición (por alejamiento o muerte) se sentiría como una herida, como una mutilación, como una incompletud dolorosa. La ausencia de este círculo íntimo generaría en las personas el sentimiento de una soledad insoportable.

¡¡¡Claaaro!!! Me encantó. ¡Padrísimo! O sea, una persona cercana, verdaderamente entrañable, ya no es ajena ¡forma parte de ti! Ya no son dos, ya no se divide en tu y yo, se convierte en un nosotros, cada uno forma parte del otro. En el momento en que existe esa interacción, ambas personas han sido afectadas y no hay vuelta atrás, es inasequible volver a ser quien eras. Ya no es “otro”, es una parte del “yo”, y lo que ocurra con ese significant other (como lo llamarían los gringos), te perturba, porque no le sucede a alguien más, sino a ti. “Soy tú, tú eres yo”.


¡Rayos! No sé si me expliqué, me resulta complicado describir lo que entiendo por esto… Me pareció padrísimo cómo es que puedes hacer a alguien “tuyo”, que no sólo “forma parte” sino que incluso te constituye ¡Está cañón! A lo que voy es que es extremadamente intenso el sufrimiento que te causa perder a alguien porque te pierdes a ti mismo, efectivamente, es como si te arrancaran un brazo, o –más poético- el corazón (feo cuando te ocurre como a Bart Simpson).

Lo negativo de este rollo, es que cuando sufres una pérdida fuerte ─aunque sabes que no sucederá─ ¡sientes que te mueres! Hay personas se han vuelto locas (lo bueno es que yo ya estaba así) o incluso se pueden “morir de amor”, porque entran en una depresión marca diablo que nunca superan.

Para intentar evitar dolores similares en un futuro, la primera reacción es alejarte del mundo y tratar de insensibilizarte. ¡Mala noticia! Eso es quimérico: un vil sueño guajiro. Un ser humano aislado es incapaz de desarrollar su capacidad intelectual y emocional, parecería más una cosa que una persona. Sin contacto social, es imposible desarrollar la personalidad (si no hay “otros” no hay “tu”). Lo irónico es que por estar tan concentrado en alguien, muchas veces te olvidas de otras personas igual de importantes. Por cierto que me es bien interesante cómo a pesar de vivir en un pueblote donde todos se conocen, habiendo pocos lugares a dónde ir y compartiendo gustos, por encontrable que sea una persona, jamás será localizada si no la quieren encontrar.

En fin, a algunos les es más fácil continuar con sus vidas sin problema, a otros no, es difícil cuando amas tanto. Específicamente a mí, me es muy difícil separarme de las personas, afortunada o desafortunadamente soy sumamente apegada y (sí, debo admitirlo) también un tanto obsesiva, así es que cuando tengo la sensación de alejamiento, no puedo dejar de pensar una y otra vez qué fue lo que pasó, en qué me equivoqué. Además, me es absolutamente inalcanzable dejar de pensar en esas personas que hace tiempo no veo: sí, el tiempo pasa, vas creando nuevos recuerdos, conoces más personas, pero (pa’ no perder mi nueva costumbre de citar canciones) diría Alberto Cortéz que

Cuando un amigo se va

queda un espacio vacío

que no lo puede llenar

la llegada de otro amigo.

Cuando un amigo se va

queda un tizón encendido

que no se puede apagar

ni con las aguas de un río.

Cuando un amigo se va

una estrella se ha perdido

la que ilumina el lugar

donde hay un niño dormido.

Cuando un amigo se va

se detienen los caminos

se empieza a revelar

el duende manso del vino.

Cuando un amigo se va

galopando su destino

empieza el alma a vibrar,

porque se llena de frío.

Cuando un amigo se va

queda un terreno baldío

que quiere el tiempo llenar

con las piedras del hastío.

Cuando un amigo se va

se queda un árbol caído

que ya no vuelve a brotar

porque el viento lo ha vencido.

Es bien raro cuando una relación cercana se interrumpe, extrañas las cosas más absurdas y nimias. Por ejemplo, cuando mi abuelo murió, sentía que estaba de viaje, aún no me caía el veinte, pero entendí que ya no estaba unos días después en el desayuno: al abrir la alacena no estaban sus medicinas. Ese fue el momento en que lloré por primera vez… de hecho sólo de recordarlo se me acaban de llenar los ojos de lágrimas...

Esas cotidianidades de las que les hablaba la vez pasada son las verdaderamente importantes. ¡Echo tanto de menos llamadas telefónicas, charlas, cafés, bares, situaciones, comentarios, palabras, consejos e incluso espacios! Hay lugares que para mí están íntimamente ligados a ciertas personas, cuando estoy ahí o simplemente paso, me vienen a la mente un sinfín de recuerdos y no puedo evitar la sonrisa que provoca interrogaciones por parte de quien me vea viajando, jiji.

Un amigo comparte los momentos que de verdad construyen nuestras vida, que por lo general son los más insulsos y aparentemente pueriles, aunque nos empeñamos en sólo centrar nuestra atención a los buenos y malos períodos ¡tan maniqueos nosotros!

He disfrutado muchos instantes absurdos que llevo profundamente grabados, no importa que me haya separado de algunas personas importantes, “viven en mi”, siempre los recuerdo. Indudablemente “algo se muere en el alma cuando un amigo se va”, pero prefiero ese dolor a nunca haberlos conocido…

P.D. Amigo, esta fue por vos, es mi manera de decirte que te amo, que te extraño muchísimo y que me haces falta, espero celebrar mi cumple contigo. Un abrazo.