martes, 1 de enero de 2008

Recuento de 2007



¡Hola, hola! ¿Cómo andan? Sí, ya sé que desde hace un año no reciben este tipo de correos de mi parte, ¿creyeron que me quedé sin chocoaventuras? ¡Imposible! Lo que pasó es que estuve entretenida en otras cosillas y aunque sí les escribía (esto es en mi mente, claro) no lo ponía en papel o al menos en la compu y con el transcurso del tiempo se suceden más cosas y se olvidan otras, así que decidí sentarme a garabatear de nuevo, así aprovecho para hacer un recuento del 2007…

Pero antes de empezar, hay un par de cosas que quiero decir. Primero, espero que este sea el mejor año de sus vidas, les deseo la sabiduría y el valor para tomar mejores decisiones, salud y mucho trabajo.

Por otro lado, perdí mi celular, así que si me mandan sus números telefónicos se los agradecería mucho; pretendo conservar el mismo número, así que no lo borren aún por favor. Además, cerraron mi blog anterior, por supuesto abrí otro http://marianaysuschocoaventuras.blogspot.com/ ahí encontrarán algunas otras cosas que he escrito y no les he enviado, aunque no muchas.

También, resulta que cerraron el servicio de Yahoo! Fotos y me he vi en la necesidad de bajarlas una por una (si alguna vez entraron a ver mis fotos, sabrán que es una tarea colosal), claro, porque no tengo respaldos… En fin, la verdad es que me ha fascinado, es inverosímil la cantidad de cambios que han habido en tan poco tiempo, además, recordé lo bien que la he pasado, inmejorables momentos -años ya- compartidos con aquellos queridos cómplices de la vida, cuya participación logra confeccionar extraordinarias historias de desconsuelo, euforia, sosiego, desolación, rebelión y cualquier tipo de emoción de la amplia gama que pueda haber en el ser humano.

Son extraños esos instantes en los que casi imperceptibles hay transformaciones descomunales… quizá pudieras adivinar que algo está por ocurrir, pero sólo al volver atrás logras reparar en el punto en que las cosas dieron un giro.

También es interesante resucitar a algunos olvidados con quienes intersecamos brevemente, algunos que dejaron huella y otros peregrinos que tan sólo vimos desfilar. ¡Qué delicia es revivir esos inefables minutos que nos dieron tristeza y felicidad! Me hacen caer en la cuenta de que no tenemos atole en las venas.

¡Ja! Tengo una tremenda sonrisa que casi no cabe en mi cara, antes que todo me disculpo por la cursilería y a continuación quiero agradecerles a todos y cada uno de ustedes por ser parte de mi, gracias por hacerme la persona que soy, cada uno ha influido de una u otra manera para que la loca que les escribe sea la excéntrica y desvariada que es.

No creo en las coincidencias, creo que hay una razón por las cual nos hemos encontrado, es asombroso cómo es que… bueno, se agolpan a mi mente palabras que describen mejor la idea:

Si la vida se sostiene por instantes

y un instante es el momento de existir

si tu vida es otro instante, no comprendo

tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio

y coincidir

¡Es rarísimo! Por favor, quiero que mediten por un segundo y piensen en lo ilimitado del tiempo y el espacio… ¿Cómo rayos nos topamos uno con el otro? Por supuesto que hay personas que no te hacen la existencia tan grata, pero también es cierto que algo aprendemos de esas experiencias: “no es un completo inútil, al menos sirve para dar un mal ejemplo”, ¿qué no?

En fin, si no mal recuerdo, se quedaron en que salí de la escuela y estaba bien estresada, ¿no? Bien, pues de entrada puedo decirles que todos los días por la mañana agradezco infinitamente que ya no tengo que levantarme tan temprano e ir a la facultad, ¡Oh si! ¡Qué lindo es eso!

Bueno, los primeros meses del año seguí sin saber muy bien qué onda con mi vida, pero a partir del día de mi cumple (30 de marzo pa’ que lo vayan agendando), hubieron varias cosas que me hicieron cambiar mi estado de ánimo.

Desde entonces me la pasé de pata de perro: en poco más de un mes me fui a Texas, Villahermosa, Oaxaca y Acapulco, viajes en los que además de las maravillosas ciudades y paisajes (me enamoré de Oaxaca), conocí mucha gente, algunas buenas personas y otras no tanto, aumentando mi conocimiento sobre distintas taxonomías antropológicas que nunca dejan de sorprenderme y dudo que algún día dejen de hacerlo.

En la segunda mitad del año, tomé decisiones que quizá antes no tuve el valor de tomar, algunas dolorosas sí, pero necesarias para crecer. Seguí conociendo aún más gente, me divertí mucho, pero fue momento de tomar las riendas de mi vida al entender que hay prioridades y que tengo que sacar la maldita tesis que me está sacando canas verdes de desesperación, pero me gusta pensar que a más tardar en febrero ya estará lista.

Un poco antes de eso, estuve bien involucrada en un proyecto que si bien no se llevó a cabo, espero que se concrete este año junto a otros que tengo en mente. Seguí con algunos otros viajes, principalmente de fin de semana, los cuales me dejaron un excelente sabor de boca.

Ya a finales de 2007, la he pasado de asceta: pobre (renuncié a mi trabajo para dedicarme a la tesis) y pensando en la inmortalidad del cangrejo. Mi vida social se ha reducido considerablemente, hasta hace unos días con las benditas fiestas de temporada que me han reconectado un poco con el mundo real.

¡Ha pasado tanto este año! Ha sido un período de un sinfín de cambios fuertes, que evidentemente conducen a tomar caminos que quizá no esperábamos o tal vez no en ese momento. Han acaecido algunas cosas que me han hecho reevaluar todo, aquello que haces y lo que dejas de hacer, la manera de pensar, en fin, de todo lo que me rodea, que conforma mi contexto y persona…

Hace tiempo charlaba con un amigo que me decía que hay ocasiones en las que debes reinventarte, no lo entendí hasta ahora. He tomado plena consciencia de que todo lo causo yo, lo bueno y lo malo; cada quien tiene la vida que desea tener, nosotros lo decidimos nos percatemos de ello o no. Por supuesto que hay circunstancias que no controlamos, pero también es cierto que cada individuo elige la manera de manejarlas. Básicamente hay dos caminos: sumirte en una depresión, culpar a los demás y compadecerte de ti mismo o levantarte y ver la manera de resolverlo.

Esto, me ha llevado a tomar decisiones distintas a las que pude haber tomado antes, la perspectiva desde la que me encuentro me hace ver opciones que antes no veía, he optado por modificar varios aspectos importantes. La idea es evolucionar, rectificar y renovarme, seguramente continuaré errando, pero es imprescindible para aprender y sobre todo esto me hace saber que estoy viva.

Suena lindo, pero sobra decir que no son enchiladas, no se trata de amanecer un día, abrir los ojos, aventar las cobijas y decir “buenos días a la vida, buenos días al amor” ¡Oh, no! Es un proceso en que se necesita hacer mucha introspección para autoanalizarse y definir qué es lo que se quiere, lo cual no es nada sencillo, vienen preguntas como ¿estoy bien? ¿Estoy viviendo la vida que quiero? ¿Estoy haciendo lo que deseo? ¿Me he estado haciendo pato y quejándome de cosas que están a mi alcance solucionar?

Tras esta etapa -que puede ser dolorosa- hay que tomar una seria determinación: ¿cómo lo lograrás? ¿Qué necesitas? Esto es interesante porque adviertes que más allá de lo que pudieras necesitar, son más las cosas que no necesitas, aquellas que hacen la carga más pesada y que no hay razón alguna para soportarlas.

Este año aprendí a valorar. Todo: tanto por presencia como por ausencia. Hay cosas de las que no nos percatamos porque las damos por sentado, como dice el dicho: “no sabemos lo que tenemos hasta que lo vemos perdido”, pero ¿acaso no sería mejor verlas en su momento para así poder disfrutarlas más? Es una verdadera lástima que no gozamos de lo poco o mucho que tenemos a nuestro alrededor, justo aquellas cosas que pudieran ser consideradas como banales, son las que construyen nuestro entorno y simplemente tenemos una increíble miopía de lo visible (es mi nuevo eufemismo para “estás viendo y no ves”).

Pero sobre todo he aprendido sobre el miedo, ese miedo que nos carcome y no nos deja avanzar, aquello que nos resulta tan terrible que ni siquiera nos permitimos aceptarlo, incluso nos bloqueamos de tal manera que pensamos que no existe.

El miedo es un poco como las adicciones, lo negamos, pensamos que podemos controlarlo, que nadie tiene por qué saberlo porque no es nada grave, pero en realidad, sólo tratamos de engañarnos a nosotros mismos, tonto por cierto, porque no hay nada que no sepamos: queremos tapar el sol con un dedo.

Creo que es precisamente este engaño el más vil que podemos intentar, porque no es contra alguien ajeno, pretendemos vivir en una especie de ignorancia feliz en la que no queremos quitarnos la venda de los ojos y aceptar la realidad, es más, ¡nos compramos nuevos problemas con tal de evadir los anteriores!

Además, ponemos excusas para dejar de hacer algo que nos provoca miedo. No sé, algo así como “no he podido hacer x porque y”, siempre condicionamos una acción a otra por el temor a hacerlo.

En fin, a lo que quiero llegar con todo esto es… ¿A qué le temes? ¿Qué te da miedo? Puede ser un terror a la soledad, a no poder lograr los objetivos, a no ser amado, a ser abandonado, a perder a algún ser querido, a la infelicidad y una interminable lista de etcéteras.

Finalmente, creo que debemos desenmarañar nuestras mentes para encontrar la raíz de nuestras inseguridades y así poder enfrentarlas. No es que el valiente no tenga miedo, sino que lo enfrenta y por eso este tipo de personas son admirados, pues es evidente que no es una cuestión sencilla, aunque debemos intentar hacerlo poco a poco, un día a la vez y pronto las cosas cambiarán.

Sé que estas reflexiones me ayudarán a resolver de mejor manera las vicisitudes que puedan surgir este nuevo año, ojalá les sirva de algo todo lo anterior. Prometo estar más en contacto, los quiero mucho, gracias por formar parte de mi vida. ¡Lo mejor para el 2008!